Este modelo de convivencia a base de compartir piso, cuidados, crianza y tareas pretende luchar contra la soledad y ayudar a la conciliación
Raúl Sánchez
Raúl Sánchez
Domingo, 17 de diciembre 2023, 07:27
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Un modelo alternativo de convivencia residencial está aterrizando en la Región de Murcia, aunque de manera paulatina. El ‘cohousing’, también conocido como viviendas colaborativas, está acaparando la atención de los murcianos, que esperan, en cambio, un empujón por parte de las administraciones públicas. No solamente tienen interés los más mayores, que lo consideran una forma de apoyo mutuo, sino generaciones de jóvenes que lo ven como escapatoria a una situación económica precaria y una ayuda para la conciliación familiar.
En territorio murciano ya están en marcha siete proyectos: tres en Murcia (Algezares, Patiño y centro) y el resto en Cartagena, Torres de Cotillas, Alguazas y Cehegín, según Ginés Martínez, tesorero de la asociación Murcia Cohousing, antes de revelar que cinco familias jóvenes del municipio de Murcia obtuvieron la licencia de obra para llevar a cabo su iniciativa de construir unas viviendas donde compartir la crianza de los hijos.
«Hay aspectos que nos han perjudicado, como la utilización de las promotoras inmobiliarias del término ‘cohousing’ como reclamo publicitario y la problemática generada en las residencias de mayores durante la pandemia, que ha hecho que muchos crean que se trata de una alternativa solo para los de la tercera edad; efectivamente así es, pero también facilita el acceso a la vivienda a los jóvenes», recalca Martínez, quien asegura que «el coste es mucho más bajo, desarrolla la vida comunitaria, ayuda a la conciliación y el cuidado de los menores y el apoyo mutuo, y también sirve como bálsamo a la soledad no deseada». En definitiva, «ofrece soluciones a muchos problemas sociales de la actualidad». De los siete proyectos, tres ya disponen de terrenos; y cinco están planteados para personas intergeneracionales y dos para mayores.
Dentro del Plan Estatal de Acceso a la Vivienda (PEAV) 2022-2025, la Comunidad Autónoma esperó hasta mayo de este año para abrir la convocatoria de ayudas destinadas a proyectos de ‘cohousing’. Más de diez propuestas se presentaron al llamamiento antes de octubre, de las que al menos cuatro consiguieron ser elegibles, explica Martínez, quien señala que una cooperativa perteneciente a su asociación ha logrado 120.000 euros para construir varias viviendas en un terreno. Ahora falta el visto bueno del Ministerio de Vivienda para que se firme el convenio y se conceda el dinero.
La subvención financia solo hasta el 50% del coste de la construcción, un máximo de 40.000 euros por vivienda y 420 euros por metro cuadrado construido, así como no sobrepasar cinco veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (Iprem).
Tres proyectos tienen ya terrenos para construir un complejo de viviendas, y cinco están planteados para comunidades con vecinos de todas las edades
El ‘cohousing’ se basa en un grupo humano de cooperativa de viviendas que comparte gastos y espacios comunes como cocina o salones, creando zonas abiertas de convivencia que sirven de apoyo, indica el representante de la asociación Murcia Cohousing, que se constituyó hace cinco años. «La carestía de las casas va en función de lo que decidan los integrantes que forman la vivienda colaborativa, en la que se paga una entrada por la vivienda y, luego, una cuota fija mensual», subraya Martínez, al tiempo que pide compromiso y reconocimiento por parte de las administraciones públicas a este modelo, ya que «tiene grandes beneficios a nivel personal, social y político».
«Somos conscientes de los múltiples factores que en nuestra sociedad dificultan cubrir necesidades personales y colectivas de forma satisfactoria, entre las que se encuentran el acceso a una vivienda digna; la autonomía y autogestión de nuestra propia vida hasta los últimos años; tener cubiertos los cuidados precisos, derivados del proceso natural de la vida y del envejecimiento; el apoyo para atender a la infancia y dependientes, cuando no es suficiente la conciliación de la vida familiar y laboral; y el acompañamiento a las diferentes situaciones de soledad», incide Martínez.
Crean una cooperativa intergeneracional de utilidad pública
«Una vivienda colaborativa se asemeja mucho a lo que era anteriormente un patio de vecinos, donde las puertas están abiertas y los que conviven en el lugar se apoyan». Así lo explica Mari Carmen Alcaraz, presidenta de la Cooperativa La Roselada, que ya ha adquirido un terreno de casi 2.000 metros cuadrados en Algezares para construir un complejo de 26 viviendas. De esta manera, también pretende combatir la especulación que alimenta la subida de precios de las residencias. «Nos definimos en los estatutos como una cooperativa intergeneracional de utilidad pública, dado que personas de distintas edades se ayudan mutuamente en los quehaceres del día a día», abunda.