Por José Carlos Rodrigo

miércoles 22 de octubre de 202501:33h

Esta cuestión encapsula una de las tensiones más significativas que enfrenta la expansión de las viviendas colaborativas en España: la percepción de que son una solución para el futuro, y no una elección estratégica para el presente.

El cohousing sénior representa una de las respuestas más innovadoras y humanistas a los desafíos del envejecimiento en el siglo XXI. No es simplemente una alternativa habitacional, sino un proyecto de vida proactivo, diseñado para fomentar la autonomía, prevenir la soledad no deseada y construir redes de apoyo sólidas. Sin embargo, su éxito depende de una decisión crucial: el momento de unirse.

Redefiniendo el Cohousing Sénior: Más allá de la vivienda

Es fundamental desterrar la concepción errónea que equipara el cohousing con las residencias tradicionales.

Un proyecto de cohousing sénior es una comunidad intencional de adultos mayores que deciden diseñar, construir y gestionar su propio entorno.

Su estructura se basa en viviendas privadas y completas, complementadas con extensos espacios comunes (cocinas, salones, talleres, jardines) que son el corazón de la vida comunitaria.

Los principios que lo definen son:

  • Participación y autogestión: Los residentes son protagonistas en todas las fases del proyecto, desde el diseño arquitectónico hasta la definición de las normas de convivencia y la gestión diaria.
  • Comunidad y apoyo mutuo: Se fomenta un entorno de colaboración donde las relaciones de vecindad se transforman en una red de apoyo real. Esto se manifiesta en gestos cotidianos: compartir un coche para ir al médico, organizar compras conjuntas, cuidar de la casa de un vecino durante un viaje o, simplemente, disfrutar de una comida en compañía.
  • Autonomía y privacidad: El modelo respeta y protege la independencia individual. Cada persona o pareja vive en su propio hogar, decidiendo libremente su nivel de implicación en las actividades comunes.

¿Estoy bien… o es demasiado tarde para el cohousing?

Esta pregunta es una de las más frecuentes y, al mismo tiempo, una de las más difíciles de abordar en el ámbito del cohousing sénior.

Es habitual que, al conversar con personas mayores de 70 años, nos expresen su interés por el modelo de vida colaborativo, comunitario, participativo, que ofrece el modelo de Cohousing.

Pero, también es muy frecuente que, a la vez, nos digan: «Actualmente me encuentro bien, tengo mi casa, mi vida social, quiero seguir viajando, … creo que todavía no es el momento».

A primera vista, esta afirmación parece lógica. ¿Por qué cambiar de estilo de vida si todo va bien? ¿Qué necesidad tengo de participar ya en un proyecto que se está gestando?

Sin embargo, desde la perspectiva de la planificación a medio y largo plazo y, sobre todo, del desarrollo y la sostenibilidad del proyecto, esta forma de pensar puede ser un obstáculo.

Lo que para ellos es un «pronto», para el proyecto puede ser un «demasiado tarde».

La paradoja del «Estoy bien»

La idea de que el cohousing es una solución para cuando ya no podemos valernos por nosotros mismos es una de las principales barreras.

Se equipara así, de manera errónea, al Cohousing con el modelo de las residencias o con un centro de asistencia y cuidados.

Esta visión ignora la esencia misma del cohousing, que lo diferencia del resto de alternativas y cuya característica principal es que se trata de un proyecto de vida proactivo, no de una respuesta reactiva a la dependencia.

Esta misma realidad se refleja en las palabras de muchas de las personas con las que hablamos habitualmente.

Como nos decía Eugenia, agricultora de Granada de 82 años: «Veo que se trata de un proyecto interesantísimo, de futuro, pero es pronto para mí».

O como Dolores, jubilada de 87 años afincada en Motril, quien nos confesó: «Me encanta la idea y el proyecto, pero lo tengo que pensar bien. Lo voy a dejar por un tiempo.»

Ambos testimonios, tan sinceros y a la vez tan reveladores, encapsulan perfectamente la paradoja.

Hay un creciente reconocimiento del valor añadido de los proyectos de Cohousing Senior, pero, a la vez, una incapacidad manifiesta para verlos como una necesidad del presente.

La realidad del proceso: tiempo y energía

Crear y poner en marcha un proyecto de cohousing es un proceso largo y exigente. Desde la búsqueda de ubicación, la conformación de la comunidad de residentes, la obtención de financiación, y las fases de diseño, construcción y equipamiento, hasta su puesta en funcionamiento, es un largo camino que puede llevar entre 5 y 12 años.

Para unirse a este viaje, es necesario que las personas que se deciden por esta opción de vida, dispongan de:

  • Energía y paciencia: Porque es necesario participar en reuniones, tomar decisiones consensuadas, superar obstáculos burocráticos, etc. Todo ello demanda una vitalidad y perseverancia que, con el tiempo, puede disminuir.
  • Capacidad de adaptación: El proceso de desarrollo de un Cohousing Senior requiere pasar de la idea, que cada persona tiene de manera particular (su ideal de Cohousing) al proyecto, que aúna las ideas individuales y las transforma en idea colectiva, ya adecuada a las posibilidades y adaptada a las limitaciones existentes. Por último, es necesario pasar del proyecto a la realidad, al Cohousing Sénior que finalmente se pueda crear. Todo este complejo proyecto implica cambios sobre los puntos de partida y negociaciones constantes.
  • Compromiso a largo plazo: El proyecto se construye con la idea de una convivencia futura, no de una solución inmediata.

Imagina por un momento a un grupo de personas de 75 años iniciando este proceso. Cuando el proyecto esté listo, podrían tener 85 años o más. En ese momento, las prioridades y las capacidades físicas pueden haber cambiado notablemente y ser muy diferentes. La misma persona que hace 10 años tenía la energía para contribuir al diseño de una vivienda, podría necesitar en ese momento un entorno adaptado a su dependencia sobrevenida.

El cohousing como prevención, no como cura

El mensaje clave que debemos transmitir es que el cohousing es una inversión en el futuro.

Es una forma de prevenir la soledad, no deseada, y de asegurar un entorno de apoyo mutuo que permite, además, mantener la independencia durante más tiempo a lo largo de la vida.

Por esa razón, defendemos que unirse a un proyecto cuando todavía se está en plenas facultades físicas y mentales es la mejor manera de garantizar que la transición a una vida colaborativa y en compañía sea exitosa.

Es el momento de elegir a tus compañeros de viaje, de diseñar el entorno en el que deseas vivir y, sobre todo, de construir las relaciones que te sostendrán en el futuro.

Si posponemos la decisión hasta que la necesidad sea evidente, corremos el riesgo de perder la oportunidad de ser parte activa de la solución.

El cohousing no es el destino; es el camino que se recorre en comunidad.

¿Cuál es el momento ideal?

El momento ideal para unirse a un proyecto de cohousing no es cuando se está enfermo o solo, sino cuando se está bien y se disfruta de relaciones sociales.

Es cuando se tiene la energía, la vitalidad y el deseo de construir un futuro diferente.

A partir de los 60 o 65 años, la decisión de explorar el cohousing como fórmula alternativa para la etapa de jubilación, es una decisión inteligente y estratégica. Y es un acto de responsabilidad hacia uno mismo y hacia nuestra familia, a la que no queremos trasladar ningún problema en el futuro.

La próxima vez que cuando alguien que se interesa por un Cohousing Senior te diga que no es todavía su momento porque «Me encuentro bien», puedes responder con rotundidad que «¡Esa es precisamente la razón por la que este es el momento perfecto para unirse a su proyecto de Cohousing Senior!»

 

José Carlos Rodrigo es presidente de Hábitat Colaborativo, S. Coop. And.

jrodrigo@habitatcolaborativo.com

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