El proyecto Comunidades de Cuidados participa activamente en la elaboración de la Estrategia Estatal de Desinstitucionalización que tiene un objetivo claro: “Dar un impulso en el desarrollo de los servicios comunitarios y la transformación del modelo de apoyos y cuidados, poniendo en el centro los derechos”.
El lema de la Estrategia es “Para una buena vida en comunidad”, algo a lo que contribuimos desde el proyecto con las experiencias piloto de cohousing y el apoyo de las redes vecinales en entornos rurales. En ambos casos, tratamos de generar alternativas para hacer posible que las personas mayores puedan vivir en su casa —ya sea en un cohousing o vivienda colaborativa o en su pueblo— con los apoyos necesarios incluso en caso de dependencia, previniendo así la institucionalización.
Esta Estrategia destaca por ser fruto de un proceso participativo que ha involucrado a más de 17.000 personas (expertas por experiencia, Administraciones, profesionales, consejo asesor de personas expertas, etc.)
Como explicó el director del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), Luis Barriga, en el acto de presentación a grupos de interés el pasado 30 de octubre, esta Estrategia contempla cinco grandes ejes de actuación a partir de los cuales se desarrollarán medidas operativas:
- Autodeterminación, desarrollo comunitario y cambio cultural.
- Prevención de la institucionalización.
- Transformación de los modelos de atención.
- Desarrollo de servicios de apoyo en la comunidad (y de base familiar).
- Condiciones habilitadoras para la desinstitucionalización.
Luis Barriga aclaró que la desinstitucionalización no tiene como objetivo prioritario el cierre de centros, sino “un cambio de cultura para que las personas que vivan en esos centros puedan desarrollar sus proyectos de vida, que puedan tener el control del relato de su propia vida”. La idea sobre la que se trabaja es que vivir en un centro no sea sinónimo de vivir institucionalizado, es decir, al margen de la comunidad y constreñido por modelos de cuidados estandarizados.
Para el director del IMSERSO, promover los cuidados en el ámbito comunitario es una de las claves de la Estrategia y lamentó, en este sentido, que desde lo público en muchas ocasiones no solo se ha “obviado lo comunitario, sino que ha llegado a destruir recursos de la comunidad”. En este sentido, defendió el protagonismo de las políticas públicas para liderar el cambio de modelo y “para permitir que sucedan las cosas y no convertirse en barrera”, lo cual implicará cambios normativos que, admitió, “llevarán tiempo”.
Los cuidados: el cambio inaplazable
El proyecto Comunidades de Cuidados es, junto con los otros 19 que se están desarrollando en todo el Estado, una de las patas de la Estrategia Estatal de Desinstitucionalización. La misión de todos estos proyectos piloto de innovación e investigación es generar experiencias y datos que avalen la viabilidad de nuevos modelos de cuidados de larga duración con personas en situación de vulnerabilidad. ¿Cómo lo hacemos? Básicamente, moviéndonos un poco de sitio para que la vulnerabilidad no tape a las personas, para verlas o, mejor dicho, vernos y entender qué necesitamos para tener una vida buena y en qué medida somos capaces de lograrlo en entornos comunitarios, inclusivos y con los apoyos adecuados.
Mientras en Comunidades de Cuidados trabajamos con personas mayores, el resto de las iniciativas desarrollan su labor con personas con discapacidad, en situación de sinhogarismo o con infancia y juventud. La vulnerabilidad y necesidad de apoyos de todas ellas viene dada por contextos marcados por una combinación de factores, entre los que podríamos destacar la desigualdad socioeconómica y varias formas de discriminación (escandalosamente) normalizadas.
Obviamente, las necesidades de unas y otras son diferentes. Pero todas ellas, al menos en lo que respecta a cómo se abordan desde las políticas públicas, confluyen en el mismo cuello de botella: unos modelos institucionales tradicionales que no solucionan, sino que en muchos casos perpetúan muchos de esos factores de exclusión, empaquetando a las personas y los modelos de atención que reciben y aislándolos de la comunidad de referencia que todo ser humano necesita para vivir.
En el caso de las personas mayores, los dos factores mencionados son claves para entender por qué la institucionalización (las residencias) han sido y siguen siendo en gran medida la única salida posible cuando se presentan situaciones de dependencia. Desde hace años, desde el ámbito profesional se venía señalando la urgencia de cambiar el modelo de cuidados de larga duración para acompasarlo con la creciente longevidad. Lo ocurrido durante la pandemia de COVID-19 debería haber sido un aldabonazo en muchas conciencias y muchos despachos, pero lo cierto es que el cambio era necesario desde mucho antes.
El acto del pasado día 30, además de presentar los avances de la Estrategia hasta el momento, contó con cuatro paneles de expertas que abordaron este cuello de botella que representa lo institucional desde distintas perspectivas: buen trato, género, desarrollo comunitario y vivienda. Estos paneles estaban pensados para sensibilizar sobre el proceso de transformación de los modelos de atención centrados en la persona que están en marcha y, paralelamente, para generar ideas y enfoques acerca de algunos aspectos críticos identificados durante el proceso de elaboración para incorporarlos al documento definitivo.
En los paneles surgieron varias ideas de gran relevancia para planificar los cuidados, entre las que destacamos algunas:
- El buen trato surge del reconocimiento de la interdependencia y una relación de simetría moral entre quienes reciben cuidados y quienes los prestan. Partir del reconocimiento de los derechos da seguridad a las personas.
- La perspectiva de género debe contemplar las distintas formas en que se materializa la desigualdad entre hombres y mujeres:
- La mayoría de las cuidadoras siguen siendo mujeres.
- El rol de cuidadora se concibe como obligación en el caso de las mujeres y como algo voluntario en el de los hombres.
- Cada vez más hombres cuidan, pero no se visibiliza.
- Las mujeres que necesitan cuidados tienen dificultades para acceder a ellos porque los hombres cuidan menos y porque no disponen de recursos económicos (lo que multiplica las posibilidades de institucionalización).
- Atención a los fondos dedicados a la atención a la dependencia para que no financien la explotación de mujeres que cuidan (pobres, migrantes), una cadena de precariedad o abuso bastante normalizada en el sistema de cuidados.
- El acceso a la vivienda digna y adecuada es cada vez más difícil por una multiplicidad de obstáculos:
- Coste elevado.
- Faltan viviendas de protección social y además su forma de adjudicación es discutible.
- Casi el 70 % de las viviendas no son accesibles: hay 100 000 personas que no pueden salir de su casa.
- La falta de acceso a la vivienda para las y los jóvenes está aumentando las situaciones de sinhogarismo.
- Es necesario que alternativas como el cohousing o el coliving sean accesibles a toda la población para que no se queden en meras experiencias.
La Estrategia Estatal de Desinstitucionalización: las personas en el centro del cuidado y de las políticas
Pese a que todavía mucha gente desconoce la existencia y el calado de la Estrategia Estatal de Desinstitucionalización, lo cierto es que ya ha comenzado el proceso de consultas con las Comunidades Autónomas para desarrollar el plan operativo que hará posible su ejecución, abriendo un proceso que requerirá cambios normativos y presupuestarios en línea con el nuevo paradigma de los cuidados que se plantea.
La referencia de esta iniciativa en España es la Estrategia Europea de Cuidados, aprobada “para garantizar unos servicios asistenciales de calidad, asequibles y accesibles en toda la Unión Europea y mejorar la situación tanto de los cuidadores (profesionales o informales) como de los receptores de cuidados”.
El secretario de Estado de Derechos Sociales en funciones, Nacho Álvarez, que clausuró el acto del 30 de noviembre, destacó la importancia de tránsito hacia un nuevo modelo de cuidados basado en un enfoque de derechos y que ponga a las personas —tanto las que reciben cuidados como las que los dan— en el centro, “No hay buenas políticas sin la presencia de las personas a las que benefician”, aseguró.
En relación con los cambios normativos, señaló la necesidad de modificar la conocida como ley de la dependencia y de contar con una ley de cuidados en sintonía con la estrategia europea.
Desde el punto de vista presupuestario, Nacho Álvarez aseguró que la permanencia en el hogar con los apoyos necesarios supone un ahorro para las Administraciones y subrayó que “los servicios de apoyos y cuidados han de ser de calidad. No pueden ser infrafinanciados”.