Los modelos de vivienda colaborativa. Acceso a la vivienda.

Llevo 10 años hablando de cohousing; un largo recorrido en tinta, en gasoil y en conversación. En retrospectiva, veo el intento de cuadrar el círculo, los saltos hacia adelante y hacia atrás, los puentes sobre las corrientes, las posadas para descansar, cárceles de la decisión y el compromiso, el pozo de la desesperación, innumerables pasos y fases de distracción, azarosos dados, y la muerte renovadora para algunos antes de la meta final alcanzada por muy pocos: el juego de la Oca, en el que lo primero no es llegar, sino perseverar.

Para celebrar este hito, trataré de mantener los pies en las raíces identitarias y culturales; el cuerpo erguido y abierto a percibir los principales vectores actualmente en acción, y el razonamiento riguroso y referenciado. Citaré media docena de artículos científicos que proponen soluciones integrales a la problemática del derecho a la vivienda, describiré siete marcadas tendencias (precariado, cooperativismo, autogestión, conciencia, cuidados, eficiencia y colapso) y recordaré el contexto y rumbo inicial en Iberia. Espero con ello aglomerar el resto de contenidos de este dosier, así como continuar hilos pasados dentro de esta revista y otras publicaciones hermanas. ¡Que las mitológicas alas de las ocas, montura de Brahma y alter ego cibelino, nos lleven muy lejos!

Analogía con el juego de la Oca

Así como las 14 ocas del juego aparecen en dos espirales concéntricas, un grupo gobernado por el 5 en las casillas 5, 14, 23, 32, 41, 50 y 59; y otro gobernado por el 9 en las casillas 9, 18, 27, 36, 45, 54, y 63; en el nº 40 de EcoHabitar planteaba 12 metas para avanzar entre conflictos y confianzas del cohousing. Los puentes suelen estar en la 6 y la 12, la posada en la 19; el pozo en la 31, los dados en la 26 y 53; el laberinto en la 42, la cárcel en la 52 y la muerte en la 58. Similarmente, en 2010 Derek Nause compartía las 6 “defining characteristics of Cohousing”.

Hay cierta numerología en todo esto, que los estadistas argumentan como fracaso del modelo y los idealistas como prueba del avance. En ambos casos, como en la oca, lo recomendable es usar el juego como pretexto para aprender sobre uno mismo individualmente y en colectivo, y sobre todo, como ensayo ante los retos reales que jalonan todo deseo. Así leeremos sobre modelos, pobreza, misión, cuidado y conciencia.

Popularidad del cohousing

Sigamos con algunas cifras para contextualizar la evolución del cohousing. Le he pedido a Google Trends que me dibuje la popularidad (de 0 a 100) del término “cohousing” en España entre el 08/02/2011 y el 08/02/2021. Y me ha devuelto este dibujo:

La primera tendencia se marca en noviembre’12, coincidente con la publicación de VIC. El pico en Marzo’19, con noticias de cohousing en (por orden de relevancia en Google durante ese mes) Sevilla, Toledo, Lugo de Llanera, Elche y Rivas. Por región, el ránking de origen de las búsquedas se ha hecho en Navarra, Asturias, Canarias, Cataluña y Aragón. Pero solo el 08/02/2021 devuelve 31 noticias de cohousing nuevas en Jerez, Vigo, Huelva, Sariego, Málaga, Telde, Valencia, Cantoria, etc. No hay duda del creciente interés de esta alternativa, aunque estudiarlo sea tan azaroso como caer en los dados o en los puentes.

Los modelos de vivienda colaborativa y el cohousing

Otra cuestión es qué acepción se le da. En este período el impulso ha llegado de la mano de los modelos de “cohousing senior”, “coliving” y “viviendas colaborativas”. La “cooperativa de vivienda de cesión de uso”, sin embargo, no ha alcanzado la mínima popularidad que merece. La siguiente gráfica muestra la contribución relativa de cada modelo. Sorprende la popularidad que está tomando el Coliving.

Por región, el ránking de Coliving marca Galicia, Valencia, Madrid, Cataluña y Aragón. Solo en Madrid y Barcelona en febrero de 2021 se anuncian una docena de proyectos de coliving. Según Enso, que copia el modelo de Distrito Natural, el Coliving surgió en USA y ha llegado a Europa vía China. En Madrid UrbanCampus (con sede en París) o el estudio CH+QS ofrecen mini-apartamentos con cocinas compartidas; mientras en Barcelona PRAKTIK se acerca más a una habitación de hotel o residencia con servicios y ColivingHotels no disimula su carácter de innovación hotelera. Cualquiera de ellos cuesta más de 700€/mes, lo que la posada o el pozo en la Oca.

Nueva terminología

Lo que tampoco es disimulable es que esto poco tiene que ver con la idea de cohousing expuesta aquí. Dicen que el Coliving es para Millenials y Digital Nomads, y que te acerca al Coworking con tus Peers, como otras plataformas de Sharing. Por tanto es cool. Pero el repaso de Tremending a las noticias de El País y El Confidencial, denunciando la precariedad habitacional, la endogamia y el desenraizamiento, es tan válido como inaplicable al cohousing. Ambos diarios hacían alusión al Decreto Ley 50/2020, del 09/12 de la Gen Cat, bautizado como el de los “Minipisos”. Regula alojamientos de 24 m2 con espacios comunes complementarios de 6 m2 (Anexo1c 1-5), de alquiler, con limitaciones de precio y de propiedad. No es muy distinto del mítico “piso de estudiantes”, aunque al menos regula nuevos modelos, pero sigue favoreciendo a los grandes inversores (un auge del 500% este año según El Confidencial) y embrollando el derecho a una vivienda digna. Los “colivers” saldrán del laberinto como mejor puedan, pero eso ni es cohousing ni es sostenible, aunque lo diga la agenda 2030.

El acceso a la vivienda

El acceso a la vivienda sigue siendo un problema para un estrato social y, tanto el sentido común como las políticas europeas, apuntan desde un 30% hasta un 50% de vivienda pública, pero el 98% de los 26 millones de viviendas que hay en España son de titularidad privada.

Evidentemente no se puede pedir a las administraciones públicas que construyan otras 7-13 millones de viviendas más. El debate es “cuál es la función social de la propiedad de vivienda”. En este sentido, el gobierno cántabro permitió por Ley (Arts 21 y 22 de la 5/2019 del 23/12) recalificar terreno para alojamientos colaborativos de cooperativas de iniciativa social y sin lucro, sin necesidad de protección pública pero con informe favorable: cohousing. Pero aún debería introducir la autogestión entre los principios de las AAPP, junto al de precaución, al de proporcionalidad y al de responsabilidad, así como garantizar al territorio los principios rectores de los derechos humanos “proteger, respetar y remediar”. Lo que no puede ser la vivienda es la cárcel, ni de personas, ni de otras especies, ni del suelo.

La colaboración

Que el individualismo aísla y desconecta a la sociedad es otro problema, que el “alojamiento colaborativo” per se tampoco soluciona: en la modalidad de intercambio temporal de viviendas turísticas o vacacionales, que tuvo su momento con AirBNB, y en la que probablemente colaboramos sin saberlo con fondos buitres; en la modalidad “Copropiedad”, que no es más que un contrato de aprovechamiento de un inmueble por turnos; las cooperativas de vivienda que se disuelven tras cerrar la promoción. La “colaboración” requiere objetivo y criterio para que sus beneficios permanezcan donde se producen y prioricen a quienes más y antes los necesitan. Propongo reformular colaboración por “cuidado” y reconocer su centralidad social. Las economías feministas, sociales y solidarias explican muy bien lo “reproductivo” de todo esto. Al cohousing intergeneracional le falta conjurar el cuidado que el cohousing senior tan bien ha formulado por Jubilares y habitado en Trabensol  y en la menos conocida, pero totalmente recomendable, Cooperativa Los Milagros de Sta. Clara de Málaga. Cohousing es cuidado mutuo, de oca en oca, pero no es un negocio a implantar en cualquier sitio que demande cuidados.

La inclusividad

La tensión entre afinidad y diversidad es una constante en todos los procesos, desde la configuración inicial de ideario y comunidad, hasta la búsqueda de consensos y formulación constructiva de objeciones en la cotidianidad. En mi experiencia, las iniciativas menos inclusivas y menos heterogéneas han fallado más. El miedo a resultar incompatibles o demasiado distintos es más mental que vivencial y se disuelve con una comunicación concreta, cuidada y en 1ª persona. Pero la falta de diversidad aboca a la esterilidad, por satisfactoria (del propio sesgo) que resulte a corto plazo. Esto sugiere el análisis actual del modelo Danés que tanto inspiró la gestación del cohousing por estos lares: parece que se ha segregado allí la clase media-alta, de pedigrí y visión excluyente de la sostenibilidad. Uuups! Es más cohousing la atención a la diferencia expresa, que los aparentes paralelismos del acuerdo tácito.

Colapso

Para terminar, un breve apunte sobre el colapso. La resiliencia, per se, es amoral: lo mismo le conviene a la tiranía que al anarquismo, porque es consustancial a todo sistema perpetuarse. Pero su fin, por colapso, implosión o aniquilación externa, es también propia de toda forma de vida. Acabar o continuar, por tanto, requiere un para qué, sustento moral y propósito. La poética de un cohousing biodegradable me suena quizá la más congruente, como la casilla 58. Pide un ACV (guiño al diario del bioarquitecto) para argumentar su perspectiva temporal. No basta afirmar que el cohousing es sostenible como modelo, tampoco que consuma poca energía o recursos, ni que subsista como una isla en un mar de decadencia. Creo que el impacto ecológico que se le debe pedir a un cohousing es que sea eficientemente regenerativo, que sane más allá de su entorno local, que comprenda y cuide qué parte puede ser de un nuevo sistema, que fecunde, geste y reproduzca formas de vida, y que fluidifique ideas adaptativas para formular las preguntas pendientes. Aquí está el jardín de las ocas, el umbral de conciencia que ve más que lo que hay ahora.

*Borja Izaola Ibáñez es arquitecto y antropólogo. Ha trabajado intensamente en la creación de cooperativas y covivienda. Trabaja como cohousing coach para varias iniciativas. A lo largo de su experiencia en Malawi, Múnich, Madrid y Bilbao ha introducido en su práctica profesional aspectos de ecología profunda y antropología cultural. Actualmente coordina un proyecto LIFE sobre evaluación de sostenibilidad de edificios desde el Green Building Council. Pertenece al Consejo Asesor de EcoHabitar y es colaborador habitual de esta revista.

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