Vivimos en un mundo en constante evolución, donde el coste de la vivienda, la sostenibilidad, la salud y la soledad se presentan como desafíos crecientes. En este escenario, la vivienda cooperativa en cesión de uso ha ido ganando en interés, con decenas de proyectos en todo el territorio estatal y más de mil viviendas en marcha.
Este modelo puede configurarse en entornos urbanos y rurales, orientarse a personas mayores, con formatos intergeneracionales o para colectivos específicos. Representa una vía más asequible que la compra y el alquiler, aunando libertad, flexibilidad, estabilidad y resiliencia. Fomenta la creación de comunidades solidarias de ayuda mutua, mejora la salud, atiende los cuidados, la crianza y la dependencia, además de maximizar la eficiencia energética y la sostenibilidad.
El modelo de vivienda cooperativa en cesión de uso sin ánimo de lucro despliega el potencial colaborativo. Un grupo de personas se unen, crean una cooperativa que adquiere o construye viviendas y las cede en uso a sus personas socias. La cooperativa mantiene la propiedad de forma indefinida y las personas que la habitan disfrutan del uso, sin opción de venderlas ni alquilarlas, y queda así al margen de los vaivenes de un mercado donde prima el beneficio económico.
El llamado ‘cohousing’, o vivienda colaborativa, surgió en Europa a mediados del siglo XX, en Dinamarca, Suecia, Holanda, Suiza, Austria y otros países, donde se sigue manteniendo el régimen de cesión de uso, y está ampliamente establecido en Canadá o Uruguay. En Aragón hay ahora mismo cinco proyectos en marcha, algunos en la ciudad de Zaragoza, y otros en el ámbito rural, y tenemos la seguridad de que pronto serán más.
En el aspecto económico, la autogestión del proyecto, con asistencia o servicios técnicos, supone un ahorro inicial de más del 20%. El pago de la promoción se financia con las aportaciones de capital de las personas socias, que suele estar entre el 20 y el 30% del total. Este capital inicial es recuperable en caso de salida del proyecto. Para el resto de la operación, entre el 70 y el 80%, se recurre a entidades cooperativas como Fiare Banca Ética, entidades de crédito solidario como Coop57, apoyo con participación social y ayudas o préstamos públicos.
La cooperativa abona la hipoteca del inmueble y lo repercute a precio de coste a las personas socias con cuotas mensuales similares a un alquiler. Estas cuotas se mantienen estables en el tiempo, y marcan una gran diferencia a largo plazo respecto a las subidas de precios del mercado libre de compra o alquiler.
Para incentivar y hacer más asequibles estos proyectos de iniciativa social, es fundamental la colaboración de las administraciones públicas, a través de cesión de suelos, subvenciones, ayudas e incentivos fiscales.
Desarrollando el potencial del cooperativismo, la vivienda nos ofrece soluciones más eficientes en colaboración y apoyo mutuo. La oportunidad de vivir mejor.